Calles de Talcahuano: “Cuando en el Puerto hubo una guerra”

El retorno de Los Bunkers a la escena musical se ha constituido en todo un fenómeno musical en nuestro país. La gira del retorno «Ven Aquí», que concluirá en el mes de abril con dos Estadios Nacionales ya completamente vendidos en Santiago, a lo que podemos sumar la multitud de más de 150 mil personas en Concepción el sábado recién pasado, dan cuenta de una banda de rock de un impacto pocas veces visto en nuestra historia musical, a ello agrega su éxito en otros países latinoamericanos.

Por Agustín Gonzalez

Desde su reaparición, uno de los temas que ha llamado la atención es «Calles de Talcahuano«, en base a un tema instrumental del grupo Illapu (Baila Caporal), su letra hace alusión a la ciudad puerto, origen de este grupo de rock. La mencionada canción señala en su letra: «Hablo desde otra era, cuando en el puerto hubo una guerra«.

Resulta llamativa esta frase, y es que Talcahuano tiene varios episodios bélicos significativos para la historia de Chile, principalmente en el siglo XIX, durante las guerras de la Independencia.  Uno de ellos es el «Sitio de Talcahuano», donde Bernardo  O’Higgins habría redactado, el 1 de enero de 1818, un comunicado dirigido al general español Ordóñez, que controlaba en ese momento el puerto de Talcahuano, notificándole de la Independencia de Chile, señalando que este era un «país libre y soberano, no una provincia insurgente». Aquella carta es considerada como la primera Acta de Independencia de Chile.

A pesar de la posterior declaración formal de independencia de Chile, en toda la zona de Concepción, incluído Talcahuano, continuó la guerra contra los realistas españoles, en la denominada «Guerra a Muerte». Una de las batallas más importante de este periodo fue «La Batalla de Las Vegas de Talcahuano» (actual Isla Rocuant) el 25 de noviembre de 1820.

Sin embargo durante el siglo XX, específicamente entre 5 y 6 de septiembre del año 1931, con un Talcahuano más constituido y conformado como ciudad propiamente tal, tuvo lugar una singular batalla, esta vez de carácter plenamente urbano, que enfrentó a militares contra marinos en los sectores de la Estación, Puente del Arcos, Cerro Centinela, Cerro Cornou, Puerta Los Leones, Base Naval, Las Canchas, Fuerte Borgoño y El Morro, en el contexto de la denominada «sublevación de la escuadra nacional».

Este alzamiento de marineros inició en el puerto de Coquimbo el 31 de agosto de 1931, y se sumaron unidades de Valparaíso, Quilpué, pero principalmente de la Base Naval de Talcahuano, Isla Quiriquina, La Escuadra del Sur y los Astilleros navales de Talcahuano.

La rebelión se originó por demandas internas de la suboficialidad y tropa de la Armada. Todo ello en el contexto de la crisis económica y social existente en Chile a partir del gran derrumbe de la economía mundial del año 1929, acentuada en Chile por la crisis de salitre.

Si bien en el primer petitorio de los alzados predominaban las reivindicaciones puramente económicas e internas de los marineros, también se incluyeron demanda de claro contenido político y social: castigo a los políticos corruptos, socialización de industrias, división de la tierra (fin al latifundio), derecho a sindicalización de las Fuerzas Armadas, dejando claro además que jamás los cañones de un barco de guerra chileno serían dirigidos contra sus hermanos del pueblo.

Con el pasar de los días los argumentos más reivindicativos, los que más pesaban en un primer momento, fueron dando paso a proclamas más revolucionarias. En el caso especifico de Talcahuano el 4 de abril se desarrolló una huelga general en Concepción y Talcahuano, convocada por la Federación Obrera de Chile (FOCH), acatada por los estibadores, ferroviarios, mineros del carbón y otros gremios. Sin embargo, a nivel nacional, estas relaciones entre los marinos sublevados y las organizaciones obreras no llegaron a consolidarse, antes de que el gobierno mandara al Ejército y la Aviación a aplastar el movimiento por las armas.

En aquellos años, la prensa especuló con las tesis de la infiltración, incluso extranjera, hablando sobre vínculos entre algunos líderes del movimiento en el puerto de Coquimbo con Clotario Blest. Otros señalan que el movimiento estaba ligado a grupos socialistas existentes entre jóvenes oficiales de las Fuerzas Armadas, de donde posteriormente saldrían los líderes de la República Socialista de Chile (1932). Otros hablaron de una vinculación con el Partido Comunista, debido a que Pedro Pacheco, el hombre que lideró la resistencia de la Base Naval en Talcahuano en 1931, en años posteriores se afiliaría a aquel partido y se transformaría en alcalde Valparaíso al momento de la llegada del Winnipeg con los refugiados de la Guerra Civil Española.

También hay quienes, como el contraalmirante Edgardo von Schroeders, identificaron la mano de un sector del Ibañismo y la masonería, específicamente de su ex ministro de Defensa, el ex Almirante nacido en Coronel, Carlos Froedden Lorenzen, hermano de Orestes Frödden Lorenzen, quien más tarde llegaría a ser Gran Maestro de la Gran Logia de Chile (1948).

La rebelión de la marinería, en el caso especifico de Talcahuano, habría comenzado a fraguarse en reuniones clandestinas en la casa de la señorita Eloísa Maldonado, en el número 71 de la calle Caupolicán, entre Bilbao y Barros Arana, pleno barrio bohemio del puerto.

Allí comenzaron a coordinar y posteriormente organizar la sublevación de las distintas unidades. El alzamiento en Talcahuano comprendió la Escuela de Grumetes de la Isla Quiriquina, La Base Naval y los Astilleros en tierra, además de la denominada «Escuadra del Sur», compuesta por 15 buques activos y 3 en mantenimiento.

En el caso especifico de la Escuadra, los marinos y suboficiales tomaron los barcos, deteniendo y desembarcando a los oficiales en Talcahuano. Posteriormente adoptaron la decisión de partir a Coquimbo para apoyar a los allí sublevados. Dejaron atrás solo al destructor Riveros, que sufría desperfectos en su maquinaria, para apoyar a la sublevación en Talcahuano y al Micalvi, que fue despachado a recoger mineros del carbón de Lota, sin que esta acción lograra concretarse, pues fue asaltado por Carabineros por órdenes del gobierno. La partida de la Escuadra hacia el Norte sin duda debilitó a los sublevados en Talcahuano.

Tomada la decisión en la Moneda de aplastar por las armas la sublevación, se determinó partir por Talcahuano. Para ello, el gobierno contaba con el apoyo del Ejército, la Aviación y Carabineros. Comenzó la concentración de tropas militares en Concepción, con unidades provenientes de Chillán y Angol, además de apoyo aéreo de Temuco y Puerto Montt, que reforzaron a los regimientos de Concepción y se estableció el «Estado de Sitio» en la zona.

Al mando de esta concentración de tropas el Ejército designó al General Novoa, ligado a la oligarquía santiaguina, quien había participado  como observador, del lado alemán, durante la Primera Guerra Mundial en Europa. Tras ella se había quedado en Berlín como agregado militar de Chile hasta el año 1929, donde fue atraído por los círculos de extrema derecha hasta terminar convirtiéndose en un ferviente admirador de Hitler y del nazismo, participando como activo miembro de agrupaciones nazis desde su retorno a Chile.

La defensa de Talcahuano, casi por casualidad, quedó en manos de Pedro Pacheco Pérez, un profesor talquino, que había estudiado en la normal de Chillán y que se desempeñaba como docente en la escuela de grumetes en la Isla Quiriquina. Tras el alzamiento se conformó en Talcahuano un comité revolucionario, en asambleas eligieron sus líderes, la flota del Sur eligió al Suboficial artillero Ernesto Quezada como presidente y al marinero José Cerda secretario, como apoyos el sargento primero Orlando Robles y el sargento segundo Flávio Alcalde. En la Isla Quiriquina los elegidos fueron Eduardo Bastidas, Gregorio Cabezas y Pedro Pacheco (el profe). Mientras que la Base Naval, se eligió al suboficial Morales como presidente y al preceptor Luis Henríquez como segundo.

Sin embargo, en la noche anterior a los combates, en la Base Naval se vivieron disputas internas, Morales que representaba las posiciones más gremialistas  fue sustituido por suboficial Gerardo Espinoza, quien planteaba una postura de vinculación con el movimiento sindical.  Sin embargo Gerardo Espinoza, al momento del ataque del Ejército, se encontraba al interior del destructor Riveros, es por ello que el profesor Pedro Pacheco que llegaba a la Base Naval junto a grumetes desde la Isla Quiriquina se encontró sin dirigentes y le tocó asumir el mando. Estos cambios fueron fatales a la hora del ataque del Ejército y la descoordinación entre los alzados.

Talcahuano población civil huye tras inicio de los enfrentamientos 1931 (revista Zig Zag)

Los Combates en Talcahuano

Las tropas del gobierno salieron desde Concepción la madrugada del 5 de septiembre de 1931 por calle Prat, para seguir por Colón hasta el Puente Perales en Talcahuano. Ahí se decidió que la primera acción seria tomar el Fuerte El Morro, el cual cayó a las 08:40 AM del sábado 5 de septiembre, sin que se produjeran combates, ya que los marinos a cargo de El Morro, principalmente músicos, rindieron el cuartel luego de inutilizar el armamento allí existente.

Novoa se vio obligado a subir la artillería del Silva Renard y desde ahí comenzar a atacar al Destructor Riveros que estaba apostado frente a Talcahuano.  Los vecinos de Talcahuano enviaron una delegación a conversar con el General Novoa, a quien pidieron atrasar las acciones para permitir a los vecinos ponerse a resguardo, a lo que Novoa se negó.  Y dio orden de avanzar hacia el centro de la ciudad, apostando un contingente en la estación de ferrocarriles mirando a puerta los Leones, como distractor, ya que la maniobra principal consistía en subir hasta el cerro centinela por el Puente de Arcos, para luego desde la altura bombardear y tomar la Base Naval.

La descoordinación de los rebeldes permitió que el Ejército tomara posiciones tácticas, lograra alejar a los barcos que podían prestar apoyo con sus cañones y finalmente asaltar la Base Naval, Las Canchas y fuerte Borgoño. Según el diario La Patria, que cubrió los enfrentamientos, y que tenía un corresponsal en Talcahuano, que posteriormente será apresado con la acusación de prestar apoyo a los rebeldes, las bajas entre los sublevados sumaban 49: 14 muertos y 35 heridos de gravedad.

El listado de los sublevados muertos publicado por el diario La Patria era el siguiente:

1.- Suboficial normalista Juan Hinojosa Estolaza (Apostadero Naval)

2.- Marinero Mercedes Parra Prádenas (Apostadero Naval)

3.- Marinero Amable López Mendoza (Apostadero Naval)

4.- Marinero Juan Humberto Santina González (Apostadero Naval)

5.- Marinero Segundo Gallegos Aguayo (Apostadero Naval)

6.- Jornalero Víctor Manuel Lara Lara (Apostadero Naval)

7.- el Civil Bernardo Sanhueza Moncada (Apostadero Naval)

8.- Carpintero Pedro Aguilar Márquez * (Destructor Riveros)

9.- Artillero Severo Araos Rivera* (Destructor Riveros)

10.- Fogonero Francisco Pérez Díaz* (Destructor Riveros)

11.- Fogonero Humberto Moraga Díaz* (Destructor Riveros)

12.- Cocinero Reinaldo Quintana (Apostadero Naval)

13.- el Civil Juan Segundo Cedas Mújica

14.- el civil José Arellano Lara

Hay relatos que identificarían a una enfermera alemana que trababa al interior de la Base Naval como la decimoquinta víctima, según el relato de que dio el coronel Manuel Reyno, joven teniente del «O’Higgins» durante el combate, a la historiadora Regina Claro Tocornal.

Tras la caída de la Base Naval, el Fuerte Borgoño se rendiría aproximadamente a las 22:00 hrs de aquel 5 de septiembre.

A pesar de que el día 6 de septiembre el General Novoa daba los combates por concluidos en Talcahuano, no se puede afirmar que la rebelión estaba completamente sofocada en la zona, ya que ese mismo día Novoa envió un telegrama al Ministerio de Guerra con el siguiente mensaje: «Urge reforzar carabineros provincia Concepción con 200 hombres más, tanto por seguridad plaza Talcahuano como región carbonífera. Esto propongo lo más cuerdo. Prefecto Concepción.»

Prisión Política y Tribunales de guerra

Tras los combates, se informó de un total de 2.818 detenidos, los cuales fueron distribuidos de la siguiente forma: 1.200 en la Isla Quiriquina, 976 en Los Ángeles y 642 en Chillán.  Sin embargo, hay fuentes que hablan de un número mayor de detenidos, los cuales habrían sido apresados en la Fragata Lautaro y en la escuela de Artillería de Linares, sobre los cuales no existen cifras oficiales.

El 22 de septiembre de 1931 se iniciaron los Consejos de Guerra a los detenidos, cuyas sentencias se leyeron el 1 de octubre de ese mismo año: 4 condenas a muerte, 4 a presidio perpetuo, uno a 5 años de prisión, 5 a 541 días de prisión, 6 a 365 días de prisión, 2 a 100 días de prisión y 2.500 expulsados de la Armada.

Tras las sentencia se organizó un fuerte movimiento social en favor de los amotinados, el cual terminó por lograr el indulto y la libertad.

Entre los condenados a muerte estaba el profesor Pedro Pacheco, indultado en 1938  y quien sería nombrado alcalde Valparaíso por el Gobierno del Frente Popular liderado por Pedro Aguirre Cerda. Será él, en su condición de alcalde, que recibirá a los refugiados de la guerra civil española llegados en Winnipegh en 1939.

Otro de los detenidos fue Eduardo Pizarro, vecino de Talcahuano y corresponsal del diario La Patria, acusado por los militares de colaborar con el alzamiento.

Algo más de 40 años después la historia repercutirá. Durante el gobierno popular de Salvador Allende, marineros y suboficiales constitucionalistas detectaron la preparación del golpe militar por parte de la oficialidad de la Armada y se organizaron para tratar de detenerlo.

En agosto de 1973 la oficialidad golpista y los servicios de inteligencia de la Armada detectan los planes de marines y comienzan a ser detenidos y torturados en las mismas instalaciones de la Armada en Talcahuano, entre ellas el ex Centro Clandestino de Detención y Torturas de El Morro, actual Sitio de Memoria y Monumento Histórico.

Al igual que en 1931, en 1973 la prensa al servicio del golpismo, generó teorías conspirativas en torno al posible alzamiento de marineros. Entre los acusados de instigar la insubordinación de la marinería estaba Miguel Enríquez Espinoza, nacido en Talcahuano al interior del Hospital de la Base Naval, donde su padre Edgardo Enríquez Frodden había sido director. Don Edgardo era hijo de Rosalba Frödden Lorenzen, a cuyo hermano Carlos Froedden Lorenzen, el almirantazgo de la época acusó de instigar la Sublevación de 1931.

Revista Punto Final (Agosto 1973)

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(*) Los restos de los marinos Aguilar, Araos, Pérez y Moraga, de dotación del destructor Riveros, se encuentran descansando en cementerio de isla Mocha.

Fuente: Resumen.cl

Lapida Cementerio Isla Mocha Tripulación Riveros

Fotografía principal: Los Bunkers

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