La primera reacción, ante la tragedia de Coronel, fue de horror.
Conmovida hasta las lágrimas pensé en la impotencia y el espanto del grupo afectado por esta inconcebible jugada del destino, que abraso esas vidas y trunco sus sueños cándidos.
Especialmente doloroso resulta pensar en las vidas de esos pequeños que inocentes llegaron a una tierra desconocida y, en su gran mayoría, insensible ante la dolorosa e ingenua decisión de sus mayores.
Si para nosotros es difícil la sobrevivencia con todos los problemas que enfrenta el país, para ellos se multiplicaban las alarmas ante la imperdonable xenofobia que los relegaba al ínfimo lugar en un suelo en el que pusieron esperanzas.
La humanidad todavía tiene tiempo para ejercitar la solidaridad el espíritu de hermandad y el respeto por los hermanos que llegan buscando soluciones desesperadas para sus vidas. Cierto es que, entre ellos, hay muchos sociópatas que violan todas las normas de convivencia.
Ellos no se hacen parte de la gran mayoría de inmigrantes honestos. Son basura que del delito hacen su forma de existir.
Pero no fueron parte de ellos esas víctimas horrorizadas que no solo vivieron amarguras, sino que en su empeño encontraron, además, el espanto de una muerte, violenta y dolorosa.
Como chilena, abrazo a esa comunidad de hermanos y les expreso mi rechazo a toda forma de discriminación y mi petición de perdón porque el dolor que los acompaña no tiene reparación si no hay una voluntad de la humanidad por hacer la vida buena para todos.
Sonia Alicia Estrada Parodi
Escritora y vecina Chiguayantina
La desumanizacion, el individualismo, la mezquindad y el egoísmo es lo que hoy vivimos, no comprendo, tampoco se la realidad de calidad de vida que tienen estos inmigrantes, pero por Dios que doloroso y triste final para el sueño de una vida nueva en nuestro país, ojalá exista ese lugar maravilloso hacia donde viajaron sus almas🌹❤️😥